Friday, October 03, 2014

El asesinato de Robert Serra y las tragedias de Venezuela


No era una figura política que yo siguiera mucho, pero las pocas veces que lo vi, no me gustó su discurso: era una mezcla del chavismo ilógico con revanchismo, que uno puede a duras penas entender en los chavistas viejos, mucho menos aceptar que esté presente en las nuevas generaciones.

Eso si, en su incoherencia chavista, Serra era coherente, tenía carisma y sabía hablar. Me recordaba un poco a Chávez, con ese discurso de barbaridades bien dichas.

Quizás porque no lo seguí mucho, la imagen que me queda de Robert Serra es simplemente la de un muchacho. Un muchacho que hubiese podido ser mi hijo o mi estudiante. Un muchacho joven y lleno de vida que, como cientos de miles venezolanos jóvenes y llenos de vida, no tenía porqué morir tan pronto, ni morir así.

Hay  muchas tragedias que se esconden detrás de la muerte de Robert Serra. Antes que nada, la muerte misma, cualquiera que haya sido el motivo del asesinato. O fue el hampa común, y demuestra como el hampa en Venezuela le llega a todo el mundo. O fue sicariato y sacada de cuentas y uno se pregunta qué tantas cuentas había que arreglar con un muchachito de veintiseis años.

La tragedia no es sólo la muerte, va más allá. Hace año y medio el escolta de Robert Serra, de veinticinco años de edad, fue asesinado de una bala en la nuca y dejado en el Ávila. Que yo sepa, ese asesinato, como la gran mayoría de los casos, por impunidad o incompetencia, nunca fue resuelto. Se trata de la tragedia de la falta de justicia.


La otra tragedia de Venezuela que sale a flote con el asesinato de Serra, es la reacción irresponsable de los voceros del gobierno. Apenas unas horas tras saberse la noticia de la muerte, Blanka Eekhout, segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional twitteaba de manera irresponsable que se trataba de la burguesía asesina. El Presidente Maduro, habla igualmente de la burguesía asesina y conecta el asesinato con un supuesto atentado que habría tenido otro conocido joven chavista, el Ministro Héctor Rodríguez. Por supuesto, sin dar detalles de cómo fue, quién fue responsable y cómo es posible que sólo ahora que nos estamos enterando. Luego, Maduro, olvidándose completamente de su papel de Presidente de la República, llama a los jóvenes chavistas a movilizarse con sus banderas y, para rematar, utiliza explícitamente la muerte del diputado para pedir votos en las Parlamentarias del 2015. El Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, eleva el asesinato a un nivel de martírio patriótico y propone un juramento en presencia de los dos féretros.


Del lado de la oposición, no la oficial, sino la de las cosas que se escriben por periodistas o ciudadnos comunes en twitter, facebook y blogs, el comportamiento es también lamentable. Se comienza por atribuirle a Serra un comentario falso sobre la trágica muerte de Monica Spears. Se utilisan tags minimizando el impacto de la muerte. Se pide ayuda para inmortalizar todos los puntos negativos del difunto. Se comenta y se dice cuanto venga en gana, como venga en gana, sin moderación ni compasión alguna.

Es quizás la más grande tragedia actual de Venezuela: el odio, la falta de humanidad que se ve palpable a todos los niveles económicos y culturales, que no paran ni siquiera ante la tragedia ni por convicciones morales o creencias religiosas. Cuando el muerto es mío, lo utilizo y te hecho la culpa y, cuando el difunto es tuyo, busco las cosas malas que hizo y el resto no me importa.

Ojalá me equivoque, pero lo más seguro es que el asesinato de Robert Serra, y de la anónima muchacha que tuvo la mala suerte de estar en su casa el primero de Octubre, pasará a ser un cangrejo más a los que nos hemos acostumbrado los venezolanos. Será como la muerte e Danilo Ánderson, o uno de los famosos crímenes encubiertos por alguno de los famosos cuatro poderes.

La diferencia de entonces con la época Chavista es que antes simplemente el poder encubría, mientras que en los últimos años, el poder no sólo encubre sino que utiliza el crimen para moldearlo a su parábola politica. Otra tragedia.

1 comment:

Anonymous said...

En 1990 la clase media era 20% de la poblacion de V. La mayoria de los hogares de clase media empleaban una dama de servicio. La familia tipica constaba de 5 miembros. Por tanto el 20% de la clase media tenia vinculos, gracias a la empleada, de dos grados de cercania con 5x20%=80% de la poblacion, o sea, el resto. Pero esos vinculos no eran de aprecio sino de resentimiento. Resentimiento del que te conoce cotidianamente y de cerca y se convence que tu no te mereces el privilegio de tener un estandar de vida mas alto que el del barrio.

Esa es la base verdadera del odio del barrio contra la urbanizacion. Y ahora ese odio posiblemente vaya en ambas direcciones, debido a la terrible opresion que la clase media ha sufrido estos ultimos 14 annios.